01. Estoy agradecida, mi Señor, por todo

Jesucristo me mostró que no hay ningun problema sin una solución. Con Cristo puedo vencer todos, incluso los más difíciles, obstáculos y problemas, porque nada es imposible para Él. Jesucristo puede resolver cada problema. Él puede ayudar en cada situación, incluso en los más dramáticos y desesperados momentos. Jesucristo puede hacer todo.

He descubierto que Jesucristo es mi mejor y más fiel amigo. Jesucristo es mi fuerza y ​​mi poder. Él es mi salvación. Jesucristo nunca me abandonó, siempre estuvo conmigo y me ayudó a sobrevivir a todas las circunstancias dramáticas de la vida.

Por eso Te alabaré entre las naciones
y cantaré, Señor, en honor de Tu Nombre (Salmo 18, 50)

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El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. (Salmo 23)

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YoTe amo, Señor, mi fuerza,
Señor, mi Roca, mi fortaleza y mi libertador,
mi Dios, el peñasco en que me refugio,
mi escudo, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoqué al Señor, que es digno de alabanza
y quedé a salvo de mis enemigos.
Las olas de la Muerte me envolvieron,
me aterraron los torrentes devastadores,
me cercaron los lazos del Abismo,
las redes de la Muerte llegaron hasta mí,
Pero en mi angustia invoqué al Señor,
grité a mi Dios pidiendo auxilio,
y él escuchó mi voz desde su Templo,
mi grito llegó hasta sus oídos. (Salmo 18, 1-7)